25Ago
Informes de Salvador Di Stefano
25/08/2022 - Julieta Colella
Cantemos bingo que tenemos cartón lleno
Nos acercamos a los
primeros 30 días de Sergio Massa como Ministro de Economía y, a medida que pasa
el tiempo, se van conociendo más detalles sobre un plan que pareciera haber
venido a salvar la segunda mitad del mandato de Alberto Fernández.
El año 2022 es
considerado como un año de transición entre lo que fueron las elecciones de
medio término del 2021, las cuales generaron una ruptura puertas adentro del
oficialismo, y la elección presidencial del año próximo. Durante un tiempo, el
plan del gobierno era simplemente aguantar hasta el 2023, sin embargo, muchos
contratiempos hicieron que ese plan se volviera inviable y los obligara a
reaccionar antes de tiempo.
Argentina transita
un momento sumamente complejo, en el cual convergen shocks externos negativos,
conflictos internos políticos y un desequilibrio de las cuentas públicas que
llevan a la economía a consolidarse en un esquema inflacionario de 3 dígitos.
En medio de este
contexto llega Sergio Massa a liderar el Ministerio de Economía, una
designación un tanto inquietante como predecible, con el objetivo de redefinir
la política económica, algo que Martín Guzmán no pudo hacer y Silvina Batakis ni
tuvo tiempo de intentar.
El desafío es muy
grande. Este nuevo equipo económico se ve en la obligación de consolidar las
cuentas públicas, fortalecer las reservas, retornar al superávit de balanza
comercial y domar las variables económicas, como la inflación y el tipo de
cambio.
Los
cuestionamientos al Plan Massa no tardaron en llegar. Están quienes dicen que,
debido al exceso de pesos en la economía, cualquier tipo de ajuste fiscal que
quieran implementar será insuficiente. Por otro lado, están aquellos que creen
que, por más que tengan toda la política económica a favor para implementar el
recorte del gasto público, la aceleración inflacionaria es motivo suficiente
para ocasionar fisuras insalvables al plan de Sergio.
Con respecto a la
inflación, además del dato mensual, empezó a inquietar la frecuencia con la que
los precios empezaron a aumentar. Hasta hace unos meses atrás, si bien la inflación
se sentía, la mayoría de los productos modificaban sus precios una o dos veces
en el mes, es decir, no todos los productos variaban sus precios todas las
semanas del mes. Ahora, lo que se empezó a identificar, es que todos los bienes
alteran sus precios todas las semanas, con lo cual la dinámica y frecuencia
inflacionaria empezó a acelerarse. Un contexto inflacionario está marcado por
dos cuestiones, el porcentaje y la frecuencia de variación. Cantemos bingo que tenemos cartón lleno.
Tal es así que,
Matías Tombolini, el nuevo secretario de Comercio Interior, no solo que relanzó
el programa de Precios Cuidados con el objetivo de volver a tener precios de referencia,
sino que sugirió un seguimiento de los precios semana a semana, convalidando la
idea de que la frecuencia de aumento de precios durante el mes se aceleró.
Por otro lado, el
esquema cambiario argentino hace tiempo que viene estando en la mira. Con tanto
revuelo político los dólares alternativos se dispararon y la brecha con el
dólar oficial supera el 100,0%, lo cual inmediatamente se convierte en un desincentivo
a exportar y un estímulo a importar.
Esto se vuelve un
círculo vicioso. Con la intención de frenar la salida de dólares por la partida
de las importaciones, el gobierno interviene aplicando cada vez más
restricciones. Esto hace que el importador cambie el régimen de formación de
precios. Como muchos ya no pueden importar más a dólar oficial, el cual valuaría
la mercadería a $ 137,40, por haber cubierto el cupo habilitado por el MULC
(Mercado Único y Libre de Cambios), aquel que quiere traer mercadería del
exterior lo está haciendo a través de los dólares alternativos, ya sea MEP o
CCL, lo cual pasó a valuar la mercadería a un tipo de cambio que coquetea con
los $ 300. Un poquito más de combustible para la inflación.
Cada vez es mayor
el consenso de que el tipo de cambio oficial necesita corregir su valor. En un
tiempo, se volverá insostenible que siga corriendo a la inflación desde atrás. Para
el mes de agosto la inflación mensual está proyectada entre el 6,5% y 7,0%
mientras que, si comparamos la cotización oficial de la fecha frente al valor
de igual día del mes anterior, nos devuelve una tasa de devaluación en torno al
5,5%.
Con todo esto sobre la mesa, será muy difícil que la economía crezca. Para este año la expectativa está puesta en un crecimiento del PBI en torno al 2,0%. Este crecimiento se debe en su mayoría al arrastre estadístico positivo que dejó el año pasado. La situación se torna más crítica de cara al año 2023, en primer lugar, porque el presente año no dejará ningún impulso positivo, por lo que la economía deberá crecer por mérito propio de la evolución de las variables macroeconómicas durante el mismo año. Por otro lado, por el año 2023 es año electoral, con las complicaciones que eso conlleva.
A pesar de eso,
recientemente el INDEC presentó los datos del Estimador Mensual de Actividad
Económica, el cual permite anticipar las tasas de variación trimestrales del
producto bruto. A junio 2022, el índice general mostró un crecimiento
interanual de 6,4%. Si analizamos lo que ocurrió durante el segundo trimestre,
en promedio varió de forma positiva 6,5%. Este debería ser el incremento interanual
real del PBI al segundo trimestre de este año, sin tener en cuenta el efecto
inflacionario.