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Para pensar

05May

Para pensar

05/05/2025 - Mateo Garcia Fuentes

Un nuevo jugador clave en la argentina que viene: el financiamiento



Herramientas para el crecimiento en las empresas. Que tener presente a la hora de tomar financiamiento.

La contracción del déficit público y su reemplazo por el superávit fiscal está comenzando dar uno de los tan esperados, como necesarios, resultados: la disponibilidad de financiamiento para el sector privado. Ante este nuevo escenario, es fundamental comprender cómo funciona el sistema de crédito y cuáles son las principales preocupaciones que moldean el proceso de toma de decisiones de las entidades financieras.

Como cualquier otro sujeto privado guiado por fines lucrativos, las entidades financieras se mueven en post de la consecución de sus objetivos:

(i)                  Percibir comisiones;

(ii)                Cobrar los intereses acordados sobre el capital; y

(iii)               Recuperar el capital entregado en préstamo o crédito.

Para ello, las entidades financieras tienden a sujetar al deudor a un ‘corset’ dentro del cual pueden manejarse libremente, pero siempre cumpliendo los límites fijados por el acreedor. Dicho ‘croset’ -delimitado por una serie de cláusulas contractuales- tiende a cubrir o, cuanto menos, mitigar las principales preocupaciones de las entidades prestamistas, a saber: desvíos de utilización, supuestos de incumplimiento y, en última instancia, la pérdida de las sumas prestadas.

Al momento de establecer el clausulado del contrato que regirá la vida de la financiación, las entidades prestamistas (en particular, los comités de riesgo de los bancos) buscan asegurarse una serie de cuestiones, entre las cuales podemos encontrar:

(i)                  Que la financiación se utilizada correctamente para el fin pretendido;

(ii)                Que el deudor no realice actos o incurra en omisiones que puedan poner en riesgo su capacidad de repago;

(iii)               La situación financiera del deudor es monitoreada y controlada con cierta frecuencia; y

(iv)               La obtención de garantías reales o personales por parte del deudor o, si la financiación no está garantizada, el compromiso del deudor de no otorgar garantías a favor de otros acreedores.

Estas preocupaciones, que moldean el proceso de toma de decisión de las entidades prestamistas, suelen ir acompañadas de un proceso de due diligence tendiente a identificar y mitigar los riesgos asociados a la financiación. Ese proceso de análisis del eventual sujeto a financiar, de su capacidad de repago y del riesgo intrínseco del negocio subyacente le permitirá al financiador establecer cláusulas contractuales indispensables para la concesión de la financiación, así como exigir el cumplimiento de ciertas condiciones precedentes como requisito necesario para el otorgamiento del crédito.

Ahora bien, una cuestión material de toda financiación, sea bancaria o no, es su condición de deuda garantizada o no garantizada. Circunstancia que necesariamente impactará en el costo de la financiación ya que, a mayor riesgo de impago, mayor será el riesgo asumido por la entidad prestamista y, por lo tanto, mayor será el interés a pagar. Por lo tanto, la cualidad de deuda garantizada o no garantizada impactará directamente en el costo de la financiación. Si bien la importancia de este tema requiere que sea tratada separadamente, como cuestión básica a tener en cuenta, debe destacarse que las entidades financiadoras presionarán fuertemente para que el financiado otorgue garantías reales o personales pues ello, en principio, le permitirá mitigar el riesgo de impago.

En miras a la Argentina que se viene, es importante que las empresas cuenten, a nivel de toma de decisiones, con personal capacitado respecto de cómo funciona el crédito y con el entendimiento de que la deuda -bien utilizada- debe ser entendida como una herramienta real de trabajo y crecimiento.

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