
05Jun
Para pensar
05/06/2025 - Joaquin Cracco
BONTE 2030 (TY30P): Argentina vuelve al mercado
Argentina volvió a los mercados
internacionales de deuda a través de la colocación del BONTE 2030 (TY30P), con
una colocación de USD 1.000 millones. El mismo fue licitado en dólares, pero tanto
la amortización como los intereses se pagan en pesos.La tasa nominal anual es
del 29,5%, lo que podría considerarse elevada para un bono a más de cinco años.
Sin embargo, este rendimiento debe interpretarse en contexto:
• Representa el regreso del país a los mercados, en un intento por recuperar el
acceso al financiamiento voluntario.
• La oferta fue limitada a USD 1.000 millones, lo que generó una presión de
demanda importante.
• La experiencia previa con los Bontes, particularmente en el ciclo 2016–2017.
Lecciones del pasado: el antecedente de los Bontes 2016
En octubre de 2016, durante el gobierno de Macri, se colocaron USD 9.100
millones en Bontes (TS18, TO21, T023 y T026) en apenas dos semanas. Esta
colocación fue bien recibida por el mercado, al punto que algunos bonos como el
T026 llegaron a rendir casi un 20% en dólares en pocos meses (asumiendo
reinversión).
Un punto interesante de esa experiencia es que los inversores de afuera, aun
sabiendo que estaban entrando a títulos en pesos, apostaron a ese instrumento
en contextos donde la moneda local aún tenía cierta estabilidad. Esto demuestra
que, aunque el riesgo argentino sea alto, la demanda puede surgir cuando el
precio y la expectativa están alineados.
El nuevo TY30P parece seguir esa lógica: buscar inversores extranjeros
dispuestos a asumir riesgo argentino a cambio de tasas muy elevadas, apostando
a una mejora del contexto macroeconómico. Si el país consolida una senda fiscal
y monetaria coherente, este tipo de emisiones puede convertirse en habitual y
los defaults del pasado en un mal recuerdo.
Primer día de cotización del BONTE 2030: ¿oportunidad o advertencia?
Hoy fue el primer día de cotización del BONTE 2030 (TY30P) en el mercado
secundario. El bono mostró rápidamente una suba en su precio, lo que provocó
una compresión en su rendimiento, llevándolo a niveles cercanos al 25% anual.
Este movimiento inicial plantea una pregunta clave para los inversores:
¿estamos ante una buena oportunidad? ¿Puede la experiencia pasada brindar una
guía útil?
Desde una perspectiva histórica, los antecedentes de emisiones similares —como
los Bontes colocados en 2016— pueden aportar información valiosa. En aquel
entonces, los inversores que entraron en la colocación inicial y vendieron al
poco tiempo obtuvieron retornos muy significativos. Sin embargo, quienes
sostuvieron los títulos hasta el vencimiento, confiando en la estabilidad del
proceso económico de aquel momento, sufrieron pérdidas considerables,
especialmente por la evolución del tipo de cambio y la inflación.
Hoy el contexto es diferente, y puede leerse como el inicio de un nuevo
paradigma. A diferencia de etapas anteriores, el peso argentino se consolida
como una moneda con mayor fortaleza, apoyado en pilares macroeconómicos más
sólidos. El gobierno actual ha mostrado una marcada coherencia entre el
Presidente y el Ministro de Economía, y —a diferencia de administraciones
previas— ha logrado alcanzar y sostener el equilibrio fiscal, un
elemento clave para la sostenibilidad de la deuda y la confianza de los
mercados.
En este sentido, el riesgo principal
del BONTE 2030 no parece ser económico, sino político. Un eventual cambio de
administración podría alterar el rumbo y volver a generar las inconsistencias
que marcaron experiencias pasadas, como las vividas durante el ciclo de Macri.
Por ahora, con el marco actual, el instrumento presenta un perfil atractivo
para inversores con alta tolerancia al riesgo.
Escenario base optimista
Planteado lo anterior, pasamos a analizar un escenario base optimista.
Suponemos que el gobierno logra llegar a las elecciones de octubre con una
inflación mensual estabilizada en niveles cercanos o incluso por debajo del 1%,
un tipo de cambio contenido dentro de las bandas establecidas y una
recuperación sostenida de la actividad económica, creciendo a una tasa del 5%
anual. Este contexto macroeconómico favorable le permitiría al oficialismo
capitalizar políticamente esos resultados, obtener un buen desempeño electoral,
y, eventualmente, lograr la reelección presidencial.
En este escenario, el oficialismo no solo continuaría en la gestión durante el período de amortización del BONTE 2030, sino que además contaría con mayor capital político para profundizar su programa económico. Esto reduce el riesgo de disrupciones abruptas en la política económica y genera un entorno más predecible para los inversores.
Análisis de rendimientos estimados en dólares
Bajo estos supuestos macroeconómicos, se construyen los rendimientos estimados
del BONTE 2030 valuados en dólares estadounidenses. A partir de la cotización
de cierre del bono al día de hoy (precio: 108,85), se obtiene una tasa nominal
anual (TNA) en pesos del 25,53%.
A continuación, se estima cuál sería la devaluación bajo un enfoque de
paridad del poder adquisitivo (PPA). Esta teoría establece que, a largo
plazo, el tipo de cambio entre dos monedas debería reflejar el diferencial de
inflación entre los países que las emiten. Es decir, si Argentina experimenta
una inflación superior a la de Estados Unidos, se espera que el peso argentino
se deprecie frente al dólar para mantener constante el poder adquisitivo
relativo.
Para estimar la tasa de devaluación
esperada del primer año, se toma como referencia la diferencia entre el valor
actual del tipo de cambio oficial y el valor del dólar futuro más lejano. Para
los años siguientes, se utiliza la diferencia entre inflaciones proyectadas.
Sobre esta base, se calcula el
rendimiento estimado en dólares utilizando dicha metodología.
Las proyecciones de inflación
utilizadas en este ejercicio son las siguientes:
• Para Argentina, se considera el promedio de estimaciones de bancos y
consultoras privadas.
• Para Estados Unidos, se emplean los datos publicados por la Reserva Federal
(FOMC) hasta 2027, y para los años posteriores, se utilizan las proyecciones de
la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO).
El resultado del análisis muestra rendimientos en dólares significativamente atractivos, especialmente a partir del segundo año, donde se mantienen por encima del 10%. Estos retornos elevados se explican por la combinación de tasas reales positivas en pesos, expectativas de devaluación decrecientes y una mayor confianza en la sostenibilidad del programa económico, impulsado por el equilibrio fiscal y la continuidad política proyectada.
Análisis de la opción de venta anticipada ("put") 2027
En último lugar, y no menos importante, el BONTE 2030 incluye una opción de
venta anticipada (“put”) en mayo de 2027. Esta característica resulta relevante
ante la posibilidad de que no se cumplan los supuestos previamente
establecidos, ya que otorga al inversor la facultad de vender el título a valor
técnico en esa fecha.
A partir de esta situación, se evaluó cuál debería ser el tipo de cambio al 27
de mayo de 2027 para que el resultado en dólares sea neutro, es decir, para no
obtener ni ganancia ni pérdida en moneda dura. El análisis considera un flujo
de fondos generado por cada USD 100 invertidos al tipo de cambio de cierre de
hoy ($1190/USD), junto con los tipos de cambio proyectados.
Conclusión
Si se consolida el “nuevo paradigma” —caracterizado por un peso más fuerte,
equilibrio fiscal sostenido y confianza en el BCRA—, el BONTE 2030 puede ofrecer
rendimientos reales en dólares muy atractivos. En este contexto, el instrumento
se presenta como una alternativa atractiva para inversores dispuestos a asumir
riesgo argentino en busca de retornos elevados.
No obstante, el éxito de esta
estrategia dependerá del cumplimiento de una serie de condiciones
macroeconómicas y políticas. Resultará clave monitorear permanentemente la
evolución del equilibrio fiscal, la dinámica inflacionaria, la estabilidad del
tipo de cambio y, especialmente, el rumbo político hacia 2025 y más allá. La
experiencia pasada enseña que incluso estructuras atractivas pueden verse
deterioradas rápidamente ante cambios bruscos en la gobernabilidad.
Además, la inclusión de una opción de venta anticipada (“put”) en mayo de 2027
agrega una capa de flexibilidad al inversor, brindando una salida técnica en
caso de que el escenario base no se materialice.
En síntesis, el BONTE 2030
representa una jugada táctica que combina un potencial de apreciación
significativo con la posibilidad de cobertura parcial ante shocks negativos.
Como todo instrumento en pesos en un país bimonetario, exige una gestión
activa, flexible y atenta a los cambios del entorno.